jueves, 22 de marzo de 2012

Primer amor



Aquel que es mágico, desconocido y maravilloso; 
aquel que es casi obsesivo, 
definitivamente doloroso y lamentablemente inolvidable. 

Tan inolvidable 
que llevaban una década a cuestas 
intentando borrar cada maldito momento vivido,
 cada beso dado y recibido, 
cada caricia, 
cada aliento,
 cada sonrisa. 

Con llanto y fuerza de voluntad, 
con tirones de piel, 
con mares de lágrimas derramadas por años. 


 Y un día, 
oh milagroso día
te levantas creyendo haber olvidado, 
sacado por completo de la mente, el alma y el corazón 
todo ese cúmulo de sentimientos arrolladores 
que te mueven como un barco a la deriva 
en un mar que se agita con viento y lluvia;
 y de pronto 
 una palabra, 
un olor, 
una risa, 
una canción,
 un instante en el tiempo 
vuelven a traer de nuevo todo de vuelta a tu mente, 
vuelves a vivir cada momento 
como si vieras un película en cámara lenta para que duela más, 
con efectos especiales y la mejor banda sonora. 

Todo en un milisegundo del tiempo 
que te quita el aliento, 
te mata, 
te estruja el corazón sin piedad 


y es que el amor
 no conoce límites de tiempo y espacio,
 porque simplemente ese primer amor,
 lleno a tope de pequeños momentos, 
lleno de tan poco tiempo, 
con tan pocas sonrisas 
suficiente para consumirte día a día 
hasta que la muerte te consuela en sus brazos.