domingo, 29 de julio de 2012

Las Cosas pasan II


Al siguiente día creí que sería difícil, se suponía que tenía que ser difícil. Se suponía que a mi edad veamos las cosas más grades, más complicadas de lo que son realmente, pero la verdad es que no sentía nada. Ni enojo, ni tristeza y tuve que admitir que a pesar de que llevaba casi 9 meses con Alex yo no estaba ni cerca de estar enamorada de él. Si me gustaba físicamente, y si era divertido, algunas veces estar con él. Pero que no se suponía que yo debía estar perdidamente enamorada. Viendo corazoncitos por todos lados.
Yo nunca había sentido esa necesidad real de estar todo el tiempo con él. Por lo regular era él quien me llamaba o me buscaba. Nunca me gusto eso de besarme o abrazarme en público con él. No me molestaba no hablar o saber de él todo el fin de semana. Me importaban más mis libros, mis películas, mis cosas.
Sé que nada justifica que lo engañen a uno, pero yo realmente no me sentía engañada, traicionada de ningún modo. La tarde anterior solo me había sorprendido encontrarlos juntos. Fue el shock de ver a un chico que se suponía era mi novio besando a una mujer mayor.
A lo mejor Alex buscaba algo que yo no le daba, y en este caso definitivamente era cierto que yo no le daba esa pasión que él parecía tener con la maestra. Yo nunca me sentí cómoda besándolo.
Recordando todo los meses que llevábamos juntos, pude darme cuenta de cuantas veces él se molestó por mi falta de interés en pasar juntos. En besarnos o abrazarnos.  Y ciertamente las últimas semanas no habíamos pasado casi nada de tiempos juntos.  El año escolar estaba a punto de acabar y mientras él organizaba una salida con sus amigos antes de que todos dejaran de verse. Yo por otro lado estaba emocionada de poder pasar más tiempo en casa para leer sin interrupciones, sin tareas.  
Ahora veo que somos muy diferentes, él es más social, yo solo quiero estar sola.
No sé cómo llegó la hora del recreo, mis amigas hablaban y hablaban sin hacer caso de mi actitud pensativa. Si busque por unos minutos entre todos a Alex, pero no logre encontrarlo. Me pregunto si no habrá llegado o si peor estaba con ella escondido en algún lugar.
-¿Estas bien? – la pregunta vino de mi amiga Ana y ahora todas (Carla, Lucia y Ana) me habían volteado a ver.
- Yo…  terminé con Alex ayer -   haciéndome la loca me voltee a ver hacia otro lado después de decirles.  Tenía que decírselos tarde o temprano así que porque no ahora, pero lidiar con sus reacciones era lo que no quería. Lucía me tomo la mano y comenzó a decirme que todo iba a estar bien. Ana me abrazo y Carla solo agacho la cabeza. Era yo o ella había sonreído un poco.
- Estoy bien, de verdad – sonreía  para demostrarles que estaba diciendo la verdad.  Todas asintieron pero aun así Ana seguía abrazándome y Lu no dejaba mi mano.  
Justo a tiempo la campana sonó.  Me levante y comencé a caminar, solo había dado como cinco pasos cuando me di cuenta que ellas no se habían levantado. La voltee a ver y todas ellas hablaban quedadamente con las cabezas pegadas y agachadas. Sabía de qué hablaban.  Preguntándose el  porqué.  Una breve sonrisa se me escapo de los labios cuando pensé que ellas nunca, pero nunca lograrían descubrir la verdad.
Seguí caminando hacia la clase, las dejaría que hablaran todo lo que pudieran.  Solo tenía que aguantar dos semanas más y la escuela habría terminado.


Las clases siguieron aburridas después del receso y para el medio día yo ya bostezaba del sueño. Por suerte la campana sonó y la tortura acabo. Recogí mis cosas y me despedí de mis amigas que todavía seguían sentadas guardando sus cosas.  Todas se despidieron con sonrisas y diciendo que me llamarían más tarde para hablar. Sonreía de vuelta y diciéndoles que estaba bien salí del salón.  
Pude ver a la maestra  Santos en la puerta hablando con el profesor de física. No me detuve y seguí caminando, aunque sentía su mirada en mi espalda.  

martes, 17 de julio de 2012


Las cosas pasan


Las cosas pasan por algo.
Cuantas veces no escuchamos eso a lo largo de nuestra vida y aunque a veces tenemos la fortuna de descubrir el porqué de los eventos; ciertamente este no creo que sea uno de ellos. Ni hoy, ni en una hora y tampoco creo que en mil años.

Mi novio besando a otra mujer. Una mujer que pasa a ser nuestra maestra de arte. La que hasta hace unos segundos yo consideraba mi maestra favorita, mi modelo a seguir; la que ha viajado a Francia, New York, Alemania, Italia. Todos esos lugares llenos de historia, de arte.
Nota mental: ya no es mi maestra favorita.

Sé que tan solo llevaba medio minuto parada frente a mi maestra y mi futuro ex novio, pero para mí eran siglos de ver como las manos de él se encerraban en el cabello de ella, mientras que de la garganta de la señora Santos salían pequeños gemidos mientras intentaba acercarse, fundirse, casi fusionarse con mi ex en un abrazo.  Porque como en las películas el tiempo parece detenerse mientras uno en nanosegundos vuelve a replantearse la vida, las metas…

Y así el hilo de pensamientos desaprecio mientras veía como el idiota de mi ex novio  le metía mano a la maestra.  Y esa es mi señal para detener esto antes de que vea todo el proceso reproductivo frente a mis inocentes ojitos.  

-          ¡Ejem … ejem! –  bien no parecen haberme escuchado. Vamos Nat un poco más de emoción, con injundia como se dice en mi país - ¡EJEMMMMMMMMMMMMM!
Todo paso en un segundo los dos saltaron de pronto, la maestra pego contra la pared y con el rebote empujo a mi ex  quien cayó en su no tan maravilloso culo y de pronto me convertí en el centro de atención. El rostro de la Señora Santos se volvió totalmente rojo mientras balbuceaba cosas sobre qué estaba haciendo YO allí, que porque no toque YO la puerta antes de entrar. Ahora resulta que YO tengo la culpar, la muy zorra.

Pude ver como mi ex se levantaba e intentaba  acercarse a mí, justo cuando iba a agarrar mi brazo di un paso para atrás, viendo como sus ojos se abrían y 5,4,3,2,1 … comenzó el discurso de “Esto no es lo que parece, ella y yo no estábamos haciendo nada. Tienes que creerme por favor…” Se detuvo de inmediato  mientras veía como yo daba un paso a la vez hacia atrás, y justo cuando alzo su brazo para agarrarme me di la vuelta y salí corriendo.

Pude escuchar por unos minutos los gritos de Alex y la Señora Santos llamándome; podía ver como las cosas se veían borrosas en mi vista periférica debido a mi rapidez o debo decir desesperación por alejarme lo mas pronto posible de la escuela.

No me detuve hasta que llegue al frente de mi casa. Tuve que agacharme en la acera para recuperar el aliento. Los pulmones y la nariz  me quemaban por la falta de aire y cada aliento que daba era doloroso. Me senté en la banqueta y me volví de gelatina porque no pude levantarme mas. Solo esperaba que Alex no me hubiera seguido o sabía que de ser necesario sería capaz de arrastrarme el corto camino de la banqueta a la puerta de mi casa.

Mientras recuperaba el aliento intente sacar de mi cabeza la escena pero no lo lograba; sabía que tenía que prepararme mentalmente para enfrentar a Alex al día siguiente. Tendría que soportar las miradas de todos cuando se enteraran que lo nuestro se había acabado. Lógicamente no podía decir la verdadera razón del porque, por muy tentada que me sintiera de hacerlo.

Llevaba ya rato sentada cuando la puerta de mi casa se abrió y vi a mi padrastro parado en la puerta viéndome con cara de preocupación. Me levante y me dirigí hacia la puerta
- Hola
- Hola - sus ojos escaneaban mi cara buscando algo que estuviera mal. No me sentía lista para hablar de ello todavía; así que le dije que se lo contaría mañana. Asintió con la cabeza y camino hacia la sala después de cerrar la puerta. Yo me dirigí a mi cuarto.

Me tire sobre la cama y me quede de espalada viendo hacia el techo. Y lo único que veía era la mancha semi redonda color café oscuro que había en el cielo falso de mi cuarto.
Y comprendí que tenía una gotera.